Acompañado por dos compañeros, entre ellos su novia, Bryan transitaba en un vehículo cuando fueron interceptados por delincuentes que no dudaron en recurrir a la violencia extrema. Dispararon con crueldad, exigiendo detener el vehículo. El joven estudiante, quien se encontraba al volante, recibió un disparo fatal en el rostro.
A pesar de los esfuerzos desesperados de sus compañeros por salvarlo, los paramédicos confirmaron la pérdida irreparable. Bryan Cevallos Tigselema, con tan solo nueve semestres cursados en la Universidad Estatal de Guayaquil y un futuro prometedor como médico, había sido arrebatado por la violencia desmedida que azota a la sociedad.
La noticia devastadora llevó a sus padres desde La Maná a Guayaquil, sumidos en la angustia y la desesperación. La madre, con el corazón roto, expresó el profundo dolor que embarga a la familia: "Mi hijo era un niño tan bueno, hubiera sido un gran médico y me lo arrebataron".
Este acto violento no solo ha privado a una familia de su hijo y a la sociedad de un futuro profesional brillante, sino que también plantea interrogantes sobre la seguridad en las calles y la protección de los ciudadanos. La pérdida de Bryan Cevallos Tigselema es una llamada de atención urgente sobre la necesidad imperiosa de tomar medidas efectivas para salvaguardar la vida de quienes, como él, buscan contribuir al bienestar de la sociedad a través de su vocación y compromiso.
Esta tragedia, más allá de ser un episodio individual, refleja una realidad alarmante que demanda acciones contundentes por parte de las autoridades y la sociedad en su conjunto para erradicar la violencia y garantizar un entorno seguro para todos. La memoria de Bryan Cevallos Tigselema perdurará como un recordatorio de las vidas que se pierden a causa de la violencia y como un llamado a la unidad para construir un futuro más seguro y justo para las generaciones venideras.
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